Existen riesgos reales para las misiones tripuladas y satélites operativos por los residuos espaciales que permanecen como desechos flotantes
En medio del creciente problema de los residuos espaciales que orbitan la Tierra, la Maestra en Ciencias Tatiana Kokina, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Tierra y el Espacio (FACITE) de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), advirtió sobre los riesgos reales que representa esta basura para misiones espaciales tripuladas y satélites operativos. La especialista explicó que, desde el lanzamiento del primer satélite en 1957, se han enviado más de 10 mil estructuras al espacio, muchas de las cuales ya no funcionan y permanecen como desechos flotantes a distintas altitudes.
Responsable del Centro de Astronomía de la UAS y pionera en el monitoreo de basura espacial en la región, destacó que este forma parte de la International Scientific Optical Network (ISON, por sus siglas en inglés), un sistema colaborativo de observatorios que vigila objetos artificiales en órbita. Desde Cosalá, Sinaloa, donde se encuentran los telescopios de la UAS, se realiza vigilancia diaria de la órbita geoestacionaria a 36 mil kilómetros de altura en la cual pueden observarse hasta 300 fragmentos en una sola noche. “Estos objetos pueden permanecer miles de años orbitando y representar un peligro constante para tecnologías en funcionamiento”, explicó.
La investigadora ilustró la gravedad del problema con un caso actual, y es que el módulo soviético Cosmos 482, un fragmento de más de un metro de diámetro y 500 kilogramos que, tras haber fallado en su misión a Venus en 1972, ha orbitado la Tierra durante 53 años.
“Su reentrada a la atmósfera está prevista para los próximos días y representa un riesgo potencial dependiendo de las condiciones atmosféricas, (…), “si alguien llega a ver caer un objeto del cielo, no debe acercarse, hay que notificar a las autoridades, pues podría ser una pieza valiosa, pero peligrosa”, alertó.
La Estación Espacial Internacional, ubicada entre los 300 y 500 kilómetros de altitud, también ha enfrentado amenazas por colisiones con fragmentos de basura espacial. En más de una ocasión, sostuvo, las y los astronautas han tenido que refugiarse en cápsulas de emergencia ante la imposibilidad de maniobrar la estación.
La labor del Centro de Astronomía en Cosalá cobra cada vez mayor relevancia ante el incremento de satélites y fragmentos en órbita. Se estima que existen más de 30,000 objetos mayores a 10 centímetros y millones de fragmentos más pequeños que pueden ocasionar daños significativos.
Desde este centro de astronomía universitario se ha logrado identificar cerca de 100 nuevos objetos, contribuyendo activamente a la seguridad espacial internacional y al mantenimiento de los servicios que dependen de satélites, como telecomunicaciones, navegación y monitoreo ambiental, explicó.
La Maestra en Ciencias Tatiana Kokina dijo que vigilar el cielo es también proteger nuestro estilo de vida en la Tierra y ejemplificó “¿Qué pasa cuando nuestro celular deja de funcionar? Lo sentimos como una tragedia verdad, ahora imagina eso a escala global si un satélite clave dejará de operar por un impacto”, reflexionó.
Desde Cosalá, el equipo de astrónomos no solo monitorea basura espacial, sino también asteroides como Apofis, que se acercará a la Tierra en 2029, reafirmando la importancia de la vigilancia astronómica para la protección del planeta, finalizó Tatiana Kokina.