Población de Sinaloa ha tenido que implementar sus propias estrategias de seguridad, cambiando hábitos y adoptando una “nueva normalidad”
Ante la incapacidad de las autoridades para dar seguridad la población implementó en Sinaloa sus propias estrategias de seguridad, cambió sus hábitos y adoptó una “nueva normalidad” donde su vida se ha vuelto diurna, además en estos ya casi tres meses de violencia se ha generado un sentimiento colectivo de indignación hacia el Gobierno, opinó el doctor Omar Mancera González, investigador de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).
“Nos despertamos y consultamos los canales de WhatsApp o los grupos de Facebook o de WhatsApp, no consultamos los medios oficiales porque sabemos que mienten u ocultan la información y ya con base en la agenda criminal: si hay ponchallantas, si hay balaceras, o si hay bloqueos, ya decide uno si sale o no sale”, expresó al citar también que como parte de este cambio de hábitos ahora se va al supermercado y a las plazas por las mañanas o a mediodía.
“Si salimos, salimos en la mañana a hacer desayuno, cuando mucho hacer comida y a las 5 de la tarde la gente ya empieza a regresar porque a las 6 ya está oscuro, entonces nuestros hábitos se han vuelto diurnos”, dijo y ejemplificó que hay músicos que ahora ofrecen “paquetes de brunch”, es decir, amenizan desayunos porque saben que nadie los contratará en la noche, las cenadurías ofrecen servicio en las mañanas y los centros nocturnos tardeadas.
“Eso es pura estrategia social, el estado no ha hecho nada, la gente solita hemos cambiado nuestros hábitos (...) es una forma de vivir segura que establece la gente, son estrategias de sobrevivencia similares a la de los países que viven en guerra, porque en los países en guerra la gente no está metida abajo de la cama llorando, la gente hace su vida, va a la escuela, al trabajo, al supermercado, cuando hay un evento saben qué hacer, y en Sinaloa es igual”, detalló Mancera González.
Señaló que esto es una “nueva normalidad” porque se llevan casi tres meses de una incapacidad del Gobierno por frenar esta ola de violencia y lo interesante será cuando regrese la paz social ver con qué hábitos se va a quedar la población.
“De que hay un Culiacán socialmente hablando antes del 9 de septiembre al de ahora sí, la gente cambió completamente en el sentido social, (…) el problema que se nos viene cuando termine esto es que va haber muchas repercusiones en el sentido psicológico para las personas que ya están enfrentando problemas de ansiedad, de estrés, va haber mucha gente con estrés postraumático”, enfatizó.
En estos meses de violencia también ha cambiado la percepción que se tiene hacia el Gobierno, advirtió, porque la población percibe mayor deficiencia en la tarea de brindar seguridad, el ciudadano desde el más pobre hasta el más rico percibe que el Estado no está cumpliendo con su labor esencial, existe un sentimiento colectivo de indignación.
Agregó que esta situación traerá un cambio de cultura interesante, servirá como alerta para que los jóvenes que su ideario era llegar a ser narcotraficantes se den cuenta que dedicarse a esas actividades es terminar mal y no con una buena vida como se idealizó hasta hace algunos años.